Un maestro deseaba hablar a un grupo de
personas que se concentraron para escucharle, les miró y les dijo...
¿Sabéis de que voy ha hablaros?.
El grupo se quedó sorprendido, y
alguien dijo, ¡no maestro!, no lo sabemos, a lo que el maestro
replicó: Si no sabéis de que voy ha hablaros, no merecéis
escucharme.
El maestro se alejo paseando.
La perplejidad del grupo provoco un
silencio sepulcral, y uno de los asistentes dijo en voz alta: El
maestro es inteligente, a lo que todos asintieron.
Otro asistente dijo, inteligente, lo es seguro... pero ademas, es breve y humilde. El debate se alargo largas horas.
Los participantes en la charla
convinieron en las bondades de la brevedad, de la humildad alabaron
la iluminación y la sabiduría del maestro y decidieron ser breves y
humildes.
Fueron a ver al maestro a pedirle otra
charla y este les dijo: ¿Sabéis de que voy ha hablaros?, y el grupo
contesto que si, a lo que el maestro replicó: Si sabéis de que voy
ha hablaros, no necesitáis escucharme.
El maestro se alejo paseando.
La perplejidad del grupo provoco un
silencio sepulcral, y uno de los asistentes dijo en voz alta: El
maestro es brillante, a lo que todos asintieron.
Otro asistente dijo, brillante,
seguro... pero ademas, es magnificiente y sabio. El debate se alargo largas horas.
Los participantes en la charla
convinieron en las bondades de la brevedad, de la humildad, de la
magnificencia, de la brillantez y alabaron la iluminación y la
sabiduría del maestro y decidieron ser breves, brillantes,
magnificentes y humildes
Fueron a ver al maestro a pedirle otra
charla y este les dijo: ¿Sabéis de que voy ha hablaros?, y el grupo
contesto que unos si y otros no, a lo que el maestro replicó: Los
que sabéis de que voy ha hablaros, no necesitáis escucharme, podeis
contádselo a quienes no lo saben.
El maestro se alejo paseando.
La iniciación esta en nosotros, no se
da, se provoca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario