Hoy nos tomamos la licencia de abordar un tema que suele
molestar a los que creen tener la verdad de su lado y que cualquier
cuestionamiento de sus emanaciones sean orales o escritas les hace revolverse
en su silla despreciar la opinión contraria. Nos referimos a tomarnos la
licencia de especular en torno a la necesidad o no de la perfección espiritual
que tantas veces defendemos. Muchos buscamos, de muchas maneras, nuestra propia
perfección, en especial en el mundo esotérico y espiritual, pero, detengámonos
un momento y preguntémonos ¿Estamos en seguros de cual es la dirección de
nuestro perfeccionamiento?. ¿Vamos a ser mejores interiormente siguiendo un
camino esotérico?, ¿acaso servimos mejor a nuestra familia y nuestra sociedad?.
El camino esotérico nos enseña que el conocimiento es la
base, lo indispensable para dar el primer paso, por que el conocimiento nos
aleja de dogmas y perjuicios de las supersticiones que preñan el ambiente. También
nos pide ciertas dosis de humildad y paciencia para recorrer, paso a paso, el
camino marcado por los maestros predecesores que nos dibujan la ruta trazando
un fugaz dibujo en el etéreo elemento con su dedo. Nos piden también la sumisión
a las leyes naturales y jerarquías, al la introspección de los símbolos, al
respeto a los rituales y mecánicas de trabajo.
Un camino que nos inculca lealtad, nos señala a los maestros
como verdaderos hermanos y nos pide amar y reverenciar los pasos de todo corazón,
y todo ello con libertad de conciencia y elección.
Hacemos un ejercicio memoria histórica, y quizás en épocas pretéritas,
cuando atardecía y las labores no podían realizarse, el buscador de la luz bien
pudiera sentarse en el atrio, solo o en compañía, para especular sobre las
verdades eternas y sobre como ser artífices del propio destino sondeando en la comprensión
de las fuerzas del universo y de cómo nos influyen. Podían pasar un tiempo
diario, escudriñando las señales, deteniéndose en el detalle de un símbolo,
comprender una palabra o una intención.
Hoy vivimos en un mundo 8+8+8 8 horas para descansar, 8 para
trabajar y las 8 restantes de libre disposición, que nos dejan el tiempo
limitado a la supervivencia, no tenemos mas vida, los que la tienen, para
fugaces vacaciones que no nos permiten tiempo para conocernos a nosotros
mismos.
Y en esta realidad ¿De verdad estamos preparados para emprender
la perfección espiritual?.
Lo cierto es que quienes hemos recibido los primeros pasos
en el camino, sabemos que brillamos en nuestras conciencias y se nos enciende
la luz de deber y la verdad siendo difícil parar, pero ¿Vale la pena empezar?
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