Dicen que solo hay dos verdades en el
mundo, la muerte y los impuestos. Al margen de estas verdades y en un
plano humano, hay otras dos verdades: el amor es el cemento de las
relaciones humanas y la hipocresía manda en ellas.
Cada humano tenemos varias caras, por
un lado esta el “yo”, el “ego”, señala la realidad personal
un quienes somos individualmente sin influencias externas, para
fraseando una épica escena del cine americano (Algunos hombres buenos) el “yo” son esas
“zonas de tu interior de las que no charlas con los amiguetes”.
Después esta la imagen publica que se
da, el guión, como explica magistralmente el psicólogo Eric Berne,
que explica que nuestro yo publico es como “un programa en curso,
desarrollado en la primera infancia bajo la influencia parental, que
dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de
su vida”
También esta el yo percibido, ¿como
nos ven los demás?, ¿Perciben nuestro yo o nuestro guion?
Para acabar tenemos ademas, la
percepción de la imagen proyectada ¿Como pensamos que nos ven los
demás?, ¿Coincide como nos ven los demás con nuestro yo o nuestro
guion?, ¿o por el contrario nos ven de un modo inesperado e
inconexo?
Lo cierto es que profanamente solo podemos gestionar
nuestro yo y nuestro guion. Pero... ¿y esotericamente?.
Desde un punto de vista esotérico, las
relaciones humanas, se modifican conforme elevamos el nivel de
conciencia, produciéndonos cambios que inducen a encontrar
significaciones que antes pasaban desapercibidas. En especial, el
amor romántico deja de ser un cuento de hadas para bajar a una
realidad a veces dura, el amor fraterno-familiar se acrecienta y el
amor social se moldea para equipararse al recibido.
El estado de conciencia es capaz de
influenciar a uno mismo y a su alrededor hasta el punto de que quien
esperas ver o hablar siente esta necesidad y aparece en el momento
adecuado, estos hechos “milagrosos” se suceden (amigos que
casualmente aparecen en lugares totalmente inesperados, canciones que
comienzan a sonar en el momento adecuado, y, en general, la
«sensación» de que el mundo se adapta a la necesidad de las
relaciones interpersonales).
En el trabajo, en el hogar, en la
calle, se genera poco a poco una masa critica, una confluencia de
fenómenos que inevitablemente mejoran nuestra situación social
Un iniciado pasa del yo, que realmente
es la de un animal homínido sujeto a respuestas mecánicas, un yo
engañoso, pobre y fragmentado en decenas o cientos de yoes
desconectados entre sí. A un yo consciente y libre.
Sin embargo, la hipocresía existe en
el mundo y es un riesgo inherente a un estado elevado de conciencia
encontrarse con la falsedad de la relación interpersonal, por que
del mismo modo que se auto-fomenta, puede auto-dolernos. Es necesario
gestionar la hipocresía.
La hipocresía es un guion del yo
puntual o permanente en si es un tipo de mentira o pantalla de
reputación destinada al auto-beneficio y totalmente egoísta de
quien esconde sus intenciones y verdadera personalidad.
Afortunadamente, los iniciados con una
cierta elevación de su nivel de conciencia tienen a detectar
rápidamente por un conocimiento que es directo e inmediato, sin
intervención de la deducción o del razonamiento, siendo
habitualmente considerado esta detección como evidente sin razones
lineales.
Para un iniciado, ciertas instancias de
intuición son en realidad una manifestación de capacidades
extrasensoriales, por ejemplo, pre-cognición o telepatía, las
cuales se desarrollan, por ejemplo, mediante la meditación pero a la
vez puede traer trastornos de personalidad como es el caso de la
hiperactividad o la revelación del maya de los sentidos, más
conocido como ilusión o espejismo.
Libros imprescindibles.
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