En días pasados escuche hablar de un tema que hacía
muchos años que no había oído hablar y que en según qué círculos es bastante
popular: los siete rayos.
Los siete rayos serian según el saber más popular del
esoterismo, el desglose de una energía cósmica, que, según fuentes diversas, provendría del
sol, de un punto indeterminado del cosmos o incluso de la Osa Mayor o cualquier
otra constelación, insisto la proveniencia de los siete rayos depende de la cultura donde se
plantee la idea.
La visión de los siete rayos mas popularizada, es la
de la teosofía clásica en su vertiente mas teísta, consistirían en siete niveles de vibración
del mismo rayo cósmico que une al ser humano con la fuente energética del
universo –llamémosla como la llamemos- y que a través de ellos se canalizan
diversas energías que nos confieren diversas cualidades.
- Primer rayo, voluntad y poder
- Segundo rayo, amor y sabiduría
- Tercer rayo, inteligencia
- Cuarto rayo, armonía
- Quinto rayo, concreción, ciencia
- Sexto rayo, amor incondicional
- Séptimo rayo, simbolismo, ritual y orden ceremonial
Dado que son siete, numero fundamental en el
esoterismo, se genera un “tótum revolútum”
y es bastante fácil encontrar estos rayos unidos a crackras, círculums, gemas, horóscopos,
planetas o cualquier idea semejante. Estos sincretismos y mezclas han
degenerado bastante la idea fundamental de la conciencia de los siete rayos.
Vamos a explicar
un poco más técnicamente su origen, finalidad y fundamento.
Origen de la
idea:
La idea surge en boca de
un personaje inexistente, un lama tibetano llamado Djwhal Khul, creado en la
mente de H.P. Blavatsky. El nombre de Djwhal Khul, podría traducirse
literalmente como “pequeña llama”. Blavatsky uso este personaje como fuente
ancestral para otorgarle a su teosofía la Tradición regular que toda orden esotérica
debe tener, pero lo cierto es que los siete rayos, así como gran parte de la teosofía
deísta, surge de la mente de esta autora.
Cuando Alice
Bailey, ante las actitudes despóticas de los seguidores de Blavatsky, rompe con
la sociedad teosófica, alega recibir telepáticamente instrucciones de un lama
tibetano al que denomina D.K. y estas
instrucciones forman parte de unos textos que con el tiempo se plasmaron en un
libro de culto llamado “iniciación humana y solar”
Soy un discípulo de cierto grado, lo que puede significar muy poco porque todos somos discípulos: desde el aspirante más humilde hasta más allá del Cristo mismo. Vivo en un cuerpo físico como otros hombres en los confines del Tíbet y a veces —desde un punto de vista exotérico— presido un grupo numeroso de lamas tibetanos, cuando mis otros deberes lo permiten.
Alice Bailey: Tratado sobre los siete rayos (agosto de 1934)
Utilidad:
Los siete rayos, permiten, si se valora
convenientemente el concepto, permitir la fluidez de cada uno de los valores
que transmiten en nuestro cuerpo astral, mental y físico. Es el equivalente
occidental a la meditación oriental, por lo tanto, queda bien entendido que los
siete rayos NO son una fuerza cósmica divina que nos influye sino
manifestaciones de la propia fuerza energética manifestada en comunión con la
fuente.
Fundamento:
Nuestro cuerpo astral vibra, y vibra según nos
encontremos espiritual, física y mentalmente, en cada nivel de vibración que
nos manifiesta entre el Ser superior y el Ser inferior son, ni más ni menos, que siete
grandes grupos distintos estados de consciencia del Ser humano y estos
grupos de vibración, son el fundamento real de los siete rayos.
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