Si hay un concepto que separa las visiones metafísicas de
oriente y occidente es la de la vuelta a la vida después de la muerte. Las
religiones monoteístas no la aceptan y en las religiones orientales es una idea bastante
asentada.
El motivo de este post, es discernir entre la reencarnación y
el renacimiento, que pese a que los occidentales lo confundimos, no es
exactamente lo mismo.
Tanto la reencarnación como el renacimiento son ideas que
parten del principio que una sola vida no es suficiente para cumplir el
recorrido del alma por la existencia. No tenemos pruebas historiográficas ni
dato alguno que nos explique de donde surgió la idea de la vuelta a la vida, sí sabemos que es una creencia antigua, los primeros datos son del siglo VIII
antes de nuestra era y son cohetéanos a la creencia del karma y la samsara,
esta creencia nace del legendario sabio hindú Yajnavalkya de quien deriva la mayoría
de la cultura hindú y el budismo tardío.
Para la visión de los hinduistas hablamos de reencarnación, es decir, de
vuelta a la vida de una esencia y un cuerpo
astral (o alma) y distintos
cuerpos físicos y mentales.
Para el budismo, en especial el tardío, hablamos de renacimiento, continuidad en el
cambio, Buda lo expresaba así: No hay un alma individual y permanente y
constante, la llama pasa de una vela a
otra vela pero no son las mismas mechas y la misma será la que arde. Nunca es
el mimo “yo” el que renace.
En los Upanishad, se explica que el samsara (renacer) y el
karma, son las fuerzas vitales que determinaran la forma que asumirá el alma en
la siguiente reencarnación, por lo que todos los fenómenos mentales vividos,todas nuestras acciones físicas y astrales se entremezclan y condicionan en una ley de causa efecto
para configurar las condiciones del renacimiento.
Para alcanzar el fin de la rueda de la vida que supone la reencarnación
y el renacimiento, es necesario alcanzar el moksa (salvación) venciendo al
avidya (ignorancia)
Por cierto, si alguien se pregunta si existe una idea
semejante en occidente, si, existe y se llama palingenesia y ha sido popular
en occidente hasta el triunfo del monoteísmo: Cicerón, Platón, Vico, Burton se han referido a ella y más recientemente
Schopenhauer, que pensaba que la voluntad no muere sino que se manifiesta otra
vez fresca en nuevos individuos.
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