Traemos un tema ciertamente delicado que ya ha dado lugar a
más de una mala interpretación y que por la naturaleza de las creencias y el
debate sobre ellas, hay que tratarla al mismo tiempo con delicadeza pero a la
vez con firmeza.
En castellano “dios” hace referencia a una deidad personal, obsérvese
“una”, de modo genérico, pero en la mayoría de la ocasiones para los creyentes “dios”
hace referencia a una única deidad personal que además es incompatible con
otras visiones de “dios”. En consecuencia, hablar de dios implica que cada
escuchante y cada hablante traslada al concepto genérico de “dios” su imagen
personal del mismo basada en los atributos que el pensador le otorga o
asumiendo total o en parte los atributos que le conceden las religiones
establecidas.
Se da la circunstancia, que los atributos de “dios” son en
ocasiones contradictorios entre una y otra suprema deidad, pongamos un ejemplo,
el cristianismo en general implica que la fe en dios es creador y deja a los
humanos el libre albedrío, es decir el cristianismo es deísta, pero por el
contrario todas las religiones orientales, ven a dios como creador y a la vez es
conservador y guía de la creación, ergo son teístas.
Si entramos en los estudios esotéricos, toda la idea de la participación
de la fuente universal o principio generador del universo sería contraria al
cristianismo y toda idea de la voluntad y la espiritualidad personal seria
contraria al teísmo oriental. La definición de dios, inhibe una parte del pensamiento y la circunscribe al caracter imaginado de dicho dios definido.
Fijémonos en otra contradicción, la fuente divina definida chocaría con la cábala, la angelología e
incluso con el ritualismo. Aparentemente el esoterismo estaría al margen de un principio supremo, y esto no es asi, esta al margen de una definición especifica.
Desde un punto de vista esotérico, debemos contemplar la
idea de dios como de una fuente de creación sin atributos, inefable e
incognoscible, en consecuencia no material ni antropomórfica y en especial
carente de atributos que nos impidan ver lo que hay detrás, la fuente
universal, no debe tener un nombre que lo limite, sin pasiones ni otras
connotaciones puramente humanas.
La fuente, el gran hacedor de los mundos, el arquitecto del
universo, como queramos llamarle, es inefable, si, pero a la vez es la inteligencia
suprema, causa primera de todas las cosas, eterno, inmutable, inmaterial,
único, omnipotente, soberanamente justo y bueno, etiquetarlo es creer que
nuestro pensamiento esta por encima del pensamiento de otros, creándose las
religiones y las facciones y no olvidemos: algunos creyentes tienden a enfadarse rápidamente
cuando se cuestionan las etiquetas que le dan a “su” dios.
La fuente, es el principio generador de los mundos, pero no
admite credos específicos, generó orden en el caos pero no podemos definirlo. Cada cual le de culto según su particular visión, entendiendo todas como validas y ninguna como definitiva.
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