En todas las
civilizaciones y mas especialmente en organizaciones de índole
religioso o filosófico se han representado simbólicamente la
acción o la posesión del poder. Los casos mas habituales y
conocidos son los anillos cardenalicios, los báculos, los cetros,
fasces, maceros, los parazonios y los orbes y/o joyas.
Mención aparte para
los salones del aparato o pasos perdidos que por su especificidad nos
los guardamos para otro post.
En el Antiguo
Egipto, entendiendo Antiguo en su amplia acepción y no solo el Reino
Antiguo (2600 a 2200 a. C) si no desde este hasta su romanización,
los símbolos de poder civiles y religiosos se entremezclaban entre
si, en ocasiones hasta el punto que es casi imposible diferenciarlos.
El simbolo mas
evidente era la corona, de las que conocemos siete de ellas (en rojo las religiosas):
- Corona del Bajo Egipto
- Corona del Alto Egipto
- Corona Unificada del Alto y Bajo Egipto.
- Corona Orisiaca
- Corona Azul
- Corona Emplumada
- Corona Atef
El siguiente simbolo
eran los cetros (en rojo los religiosos):
- Cetro Nejej o flagelo
- Cetro Heka o báculo
- Cetro Sejem o de poder
Y los menos
conocidos como (en rojo los religiosos):
- El trono
- La barba
- El Uræus
- La Cola.
En nuestro post,
vamos a omitir expresamente los símbolos puramente civiles al no ser
estos de nuestro interés dada la temática del blog. Vamos a
centrarnos en consecuencia en los símbolos de carácter religioso
para extraer de ellos los que tienen algún componente esotérico.
La corona Orisiaca,
estaba destinada a los ritos funerarios, podemos pues, pese a la
importancia esotérica de los ritos de Isis, Horus y Osiris,
atribuirla a una función religiosa pura, pensemos que en Egipto solo
se le hacían funerales a las personas con una conducta irreprochable
y que no dejaran deudas (en sentido amplio del termino), en caso
contrario los cadáveres acababan en una fosa común, tiene sentido
pues, que las personas intachables en todos los sentidos fueran pocas
y en consecuencia los faraones y nobles se involucraran en sus
funerales.
La corona azul,
también llamada Jeperesh, era puramente ritual, se usaba en las
ofrendas a los dioses y parece que estaba relacionada en la
canalización energética de la tierra que proporcionaba la diosa
Uerethekau, esta diosa era la representación de lo que era capaz de
dar vida a las personas o de quitársela, también se llama a esta
diosa "La gran maga" o "la grande en magia". La
idea de esta corona se vincula al verbo de la creación, al principio
y al alfa-omega. Es muy curioso que exista un gran desconocimiento
en la egiptología.
La corona Atef, en
contradicción con la corona llamara Orisiaca, esta si está
directamente relacionada con los ritos osiricos, es la corona de la
resurrección y la vida eterna.
En cuanto a los
cetros, podemos afirmar que el cetro Nejej o flagelo es orisiaco y el
Heka es civil y el Sejem es una especie de demostración de fuerza de
nobles. En nuestro caso nos interesa el Nejej que aparenta ser una
especie de vara de guiado de ganado o incluso se le ha asociado con
espantamoscas o una reducción de un látigo de varias colas. Desde
un punto de vista ritualistico parece ser una herramienta de
expansión energética. Las imposiciones de manos tendentes a regular
la energía vital, suelen hacerse, (con o sin contacto) suministrando
energía y expandiéndola por el cuerpo, sin embargo, un faraón no
tocaría a nadie que no fuera de la realeza y esta cetro aparenta
tener una función auxiliar de este trabajo energético.
La barba es un
simbolo de Osiris, es pues ritual y decorativo para la función del
rito, que junto con el resto de decoraciones, distinguían al faraón
como Osiris en los ritos funerarios y conjuros mágicos,
lamentablemente poca información histórica tenemos del los ritos de
Osiris y prácticamente tenemos que remitirnos a Plutarco para
intentar saber como y de que manera eran ritos sagrados. Pero
afortunadamente la tradición oral ha hecho que nos lleguen estos
ritos hasta nosotros... tan discretos que se pierden en un susurro,
que apenas los nombras se desvanecen en el aire, al menos podemos
intuirlos, por que su practica esta casi desaparecida.
Oh, buen Rey, ¡entra
en esta tu casa!
Uennefer,
justificado, ven a Dyedet.
¡Oh, toro vigoroso,
ven a Anpet!
¡Oh, amante de las
mujeres, ven a Hat-mehyt,
ven a Dyedet, el
lugar que ama tu Ba!
Los Ba de tus padres
son tus compañeros,
tu joven hijo Horus,
el niño de tus Hermanas, está ante ti.
Yo soy la luz que te
guarda todo el día,
¡Nunca te
abandonaré!
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